El Viaje de la Kombucha: De la Tradición a la Ciencia en Humanos
Durante años, la kombucha ha sido protagonista de titulares y debates. En las mesas de cafeterías, en blogs de nutrición y, por supuesto, en los hogares de quienes la elaboran artesanalmente, esta bebida fermentada siempre ha levantado pasiones. Y también polémica. Muchos recordarán aquellos años entre 2020 y 2022, cuando los medios se hicieron eco de los posibles "riesgos ocultos" de la kombucha, especialmente en versiones caseras, alertando sobre supuestos peligros por su proceso de fermentación natural. Era frecuente encontrar advertencias que, si bien llamativas, no se sustentaban en ensayos clínicos sólidos, sino en suposiciones o casos aislados. Sin embargo, más allá de los titulares, la kombucha seguía creciendo en popularidad. Las personas buscaban en ella algo más que una moda: una bebida con sabor, tradición y, sobre todo, potencial para beneficiar la salud. Históricamente la kombucha se ha entendido como una bebida fermentada a base de té negro o verde, azúcar y una colonia simbiótica de bacterias y levaduras -el famoso "scoby"-, que daba como resultado un producto ligeramente ácido y burbujeante. Durante mucho tiempo, su reputación se basó en la experiencia de quienes la consumían y en estudios preliminares realizados en modelos animales o en laboratorio.
Antes de la Ciencia en Humanos: Evidencias y Escepticismo
Hasta hace poco, la evidencia de los beneficios de la kombucha era abundante pero limitada desde el punto de vista científico estricto. Existían numerosos estudios que sugerían efectos positivos -como la modulación de la glucosa o el apoyo a la microbiota intestinal-, pero la mayoría estaban realizados en animales o en condiciones de laboratorio. No es de extrañar que, ante la falta de ensayos clínicos en humanos, existiera escepticismo tanto entre la comunidad médica como entre organismos reguladores.
No se trataba de una ausencia total de pruebas, sino de una falta de "la prueba definitiva": ensayos clínicos en humanos, de rigor y validez universal. La financiación pública y privada para estas investigaciones era escasa, y muchos beneficios quedaban en el ámbito de lo anecdótico o de la extrapolación científica.

La Gran Novedad: Estudios Clínicos es Humanos
Todo esto empezó a cambiar en 2023. Ese año marcó un antes y un después, pues se publicaron los primeros estudios en humanos que, por fin, aportaban datos clínicos sobre la kombucha. Uno de los hitos fue la publicación de un ensayo que, por primera vez, midió la respuesta glucémica de personas sanas tras consumir kombucha y una comida. ¿El resultado? Se observó una atenuación notable en el pico de glucosa, una noticia sorprendente considerando que la kombucha contiene azúcares residuales de la fermentación.
Poco después, otro estudio amplió el enfoque, esta vez en personas con diabetes tipo 2. Los resultados fueron aún más alentadores: la kombucha no solo ayudaba a controlar los picos de glucosa, sino que se perfilaba como un posible coadyuvante en el manejo metabólico, gracias especialmente a su contenido de ácido acético, un compuesto también presente en el vinagre y conocido por sus efectos positivos en la regulación glucémica.
La Confirmación Científica: Cambios en la Microbiota
En 2024, la evidencia se consolidó con la aparición de un estudio clínico publicado en "The Journal Of Nutrition". Investigadores evaluaron el efecto del consumo regular de kombucha de té negro sobre la microbiota intestinal en personas con y sin obesidad, durante ocho semanas de seguimiento. Sin modificar su dieta ni su actividad física, los participantes consumieron diariamente 200 ml de kombucha. Los resultados fueron claros: se identificaron 145 compuestos fenólicos diferentes en la bebida, principalmente flavonoides, y se comprobó que la kombucha modulaba de manera positiva bacterias y hongos intestinales.
En concreto se observó un aumento de bacterias beneficiosas como Bacteroidota y Akkermansiaceae (especialmente en el grupo con obesidad), junto con una disminución de géneros ligados a la obesidad, como Ruminococcus y Dorea. Un avance científico que refuerza lo que la tradición y la experiencia llevaban años señalando.
Conclusión: Kombucha, Tradición y Ciencia de la Mano
Hoy, en SAN BLAS, quienes fuimos pioneros en elaborar y promover el consumo de la kombucha, podemos mirar con orgullo y confianza hacia el futuro. La kombucha ha recorrido un largo camino: de leyenda urbana a evidencia científica, de la cocina casera a los laboratorios de investigación. Cada sorbo es ahora una invitación a disfrutar no solo del sabor y la tradición, sino de los beneficios que la ciencia empieza a confirmar.
¡Brindemos por la kombucha, por la salud y por el conocimiento que evoluciona con cada descubrimiento!